La disciplina de anticipación: dos corrientes en una
Cuando analizamos la anticipación de futuro como una herramienta para tener pensamiento a largo plazo y tomar decisiones estratégicas, suele surgir una necesidad de validación, es decir, de poner sobre la mesa una disciplina formal. Sin embargo, no debemos caer en la trampa del enfoque definitivo. Esto puede ser obsoleto en un contexto siempre cambiante, en un escenario que se basa en la especulación.
Esta disciplina es, sin dudas, una práctica viva y contextual, cuyas categorías son transitorias. Para tener la habilidad de comprender el futuro, siempre vamos a necesitar de nuevas formas y lenguajes que, ciertamente, no nos aten al pasado.
No obstante, ¿qué nos revela la evolución de esta disciplina? Si bien mi proyecto editorial sobre anticipación de futuro no busca adentrarse en su historia, considero que es importante transmitir que mi forma de abordaje es un balance entre distintas corrientes. Esto no quiere decir que se trata de un enfoque adecuado para todo tipo de contexto. Tampoco implica que es una mirada decisiva e inmutable.
Acompáñame a recorrer estas dos corrientes desde una perspectiva integral y sus implicaciones en la anticipación de futuro.
Distintas miradas para anticipar el futuro
¿Cuántas corrientes estudian los futuros? Tal como se podría suponer, hay muchas miradas. Algunas se apoyan en los expertos, el método y los datos, mientras que otras se orientan más hacia la percepción del presente, la imaginación y la co-creación. La propuesta que promovemos no implica pararse en un único lugar sino optar por la integralidad, considerando que todos los abordajes son importantes.
Hablaremos, entonces, de la integración de dos corrientes, estableciendo un puente entre data e imaginación, pero agregando una tercera dimensión que presta atención al ser que tiene la capacidad y sensibilidad de escuchar el futuro mientras habita el presente. Se trata de un individuo conectado con lo que está sucediendo y que puede comprender la necesidad que está apareciendo.
Métodos y datos
Esta corriente, que se basa fuertemente en los datos y una aproximación rigurosa a ellos, viene a ser parte de la prospectiva más tradicional. A partir de la ingeniería, modelos matemáticos y metodologías de investigación, nos servimos de la información y el conocimiento para asignar probabilidades de ocurrencia a esos futuros y poder anticipar qué es lo que puede suceder.
Confiar tanto en los datos puede llevarnos a pensar que sin fundamentos suficientes no podemos anticipar el futuro, o podemos llegar a la conclusión errónea de que tal cosa “no sucederá”.
Una dificultad de esta corriente es la sobresaturación de información e imágenes que hay en el mundo, que puede impedir o cercenar la imaginación. La incapacidad para realizar ejercicios libres y sueltos puede limitar las posibilidades.
Imaginación de futuros
En este caso, ya no se depende centralmente de los datos, sino que entran en escena la imaginación y el aprendizaje a partir de lo emergente. El objetivo es crear nuevas narrativas que estarán más cercanas a la complejidad social presente y el tipo de interacción que sucede allí.
Esta corriente está orientada a percibir el momento presente, a conectarse con lo que está sucediendo, para luego tener la capacidad de mirar posibles escenarios. Se pone en juego la imaginación para visualizar cosas que aún no existen o hechos que no han sucedido.
El obstáculo que puede surgir aquí es la falta de lenguaje. Si estamos hablando del futuro, quizás caigamos en una trampa lingüística, porque empleamos un lenguaje preexistente para nombrar lo que todavía no existe. Necesitamos, entonces, mucha imaginación para pensar y visualizar futuros posibles en los que existen cosas cuyos nombres desconocemos.
Un balance entre dos corrientes
Como ya mencionamos, nuestra propuesta no busca depender únicamente de los datos o de la imaginación. Buscamos un balance entre las dos corrientes explicadas, que se pueda aplicar en gobiernos y organizaciones. ¿Para qué? Para ayudarlos a tomar decisiones con perspectivas a largo plazo y a abordar desafíos de forma más sistémica.
Se trata de una mirada integral que pone énfasis en el plano de la complejidad social y que no está basada en una receta única. Por el contrario, es emergente, multiactor y transdisciplinar. Eso nos permite visualizar múltiples capas que suceden al mismo tiempo y generar un sistema para comprender y enfrentar lo que queremos abordar.
Nuestra manera de anticipar el futuro establece un punto de contacto entre las dos corrientes para no quedarse peligrosamente en un único lugar, al mismo tiempo que agrega la dimensión del ser conectado con el presente. Si te interesa conocer cómo funciona la metodología integral que bajamos pragmáticamente a gobiernos y organizaciones, te invito a continuar leyendo este blog o suscribite al newsletter para recibir novedades sobre el proyecto editorial de anticipación de futuro.