El alcance de la anticipación de futuro

Anticipar el futuro no significa adivinar lo que va a ocurrir, tener premoniciones o contar con una capacidad sobrenatural para visualizar con claridad lo que vendrá. Mi proyecto editorial sobre la anticipación de futuro explica en detalle que esta disciplina se pone en práctica para intentar escuchar cómo los diferentes futuros posibles, que aún no existen, se manifiestan en el presente.

Precisamente, para subrayar el carácter profesional de la disciplina, dedico buena parte de un capítulo a su alcance, cuestión que exploraremos brevemente en este artículo.

La anticipación se aplica en diferentes escenarios con el objetivo de hacer ejercicios que nos permitan tomar decisiones estratégicas en el presente con una mejor perspectiva del impacto y las implicaciones a largo plazo de lo que estamos decidiendo hoy. Anticipar es algo que hacemos a diario, por ejemplo, cuando elegimos la ropa del día siguiente en función del pronóstico del tiempo.

Si lo miramos a nivel social, podemos hablar de aplicaciones en diversos ámbitos, como por ejemplo los gobiernos y las organizaciones. En el caso de los gobiernos, la anticipación tiene que ver con el bien común y el cuidado del espacio estatal. Si lo llevamos al mundo de las organizaciones, hay un interés más particular, pero siempre se considera el contexto y el impacto en lo público. Exploremos con mayor detalle estos alcances.

Aplicación en gobiernos

En Latinoamérica, no es fácil hablar de estrategias estatales a largo plazo ya que en la mayoría de los casos estamos frente a ciclos políticos cortos y la cultura de la aprobación inmediata. Algo similar sucede en las organizaciones, pero lo analizaremos más adelante.

Entonces, si nos ocupamos de los gobiernos, la mirada de la anticipación es clave para salir de lo urgente y de la contingencia para pensar en el largo plazo como un espacio del bien común. El objetivo de esta disciplina es ayudar a los gobiernos a plantear políticas públicas anticipadas que fomenten una sociedad más resiliente. Podemos configurar posibilidades de futuro que están emergiendo para atraerlas al presente.

Veamos un ejemplo que sucedió en Chile. En colaboración con el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación realizamos un proceso de anticipación y orientación denominado "Chile Crea Futuro”. A partir de una metodología, se discutieron fuerzas de cambio que estaban afectando al país y sus posibles implicancias.

Se analizaron cuatro grandes fuerzas de cambio que se configuraban en factores de cambio, para finalmente poder visualizar algunos posibles escenarios que aparecían en esa configuración, permitiendo visibilizar riesgos y oportunidades que nos traían dichos futuros. A partir de esto se levantaron 5 ejes centrales de futuros y más de 10 propuestas de acción para impactar en el diseño de la política pública actual, sugerencias que fueron plasmadas en un documento y entregado a la presidencia. Nuestra idea es llevar esta experiencia más allá de Chile, para lo cual estamos trabajando en una red latinoamericana de anticipación para compartir aprendizajes y metodologías.

Aplicación en organizaciones

Más arriba hemos mencionado la dificultad de anticipación que tiene la política en Latinoamérica y que esta complejidad se observa también en lo privado. Las empresas buscan resultados con metas que pueden ser mensuales, trimestrales o semestrales. Muchas veces los ejecutivos plantean un horizonte temporal anual porque están concentrados en el bono que cobrarán cuando se cierre el ejercicio.

Para ampliar ese horizonte, la anticipación de futuro tiene aplicaciones en el rediseño estratégico. Podemos explorar el futuro para observar si la estrategia de negocio es consistente con las posibilidades, las oportunidades y los riesgos que pueden aparecer.

Cuando se aplica en innovación, planteamos tres horizontes centrales.

●     El primer horizonte, el más cercano, se relaciona con lo que sucede ahora, con lo que la empresa ya sabe hacer. Aquí la cuestión es ver cómo se puede innovar en este espacio.

●     El segundo horizonte, a largo plazo, tiene que ver con la posibilidad de que los recursos y tecnologías actuales nos permitan avanzar hacia nuevos productos y servicios que refuercen la competitividad.

●     El tercer horizonte está relacionado con una perspectiva de futuro que posibilite una innovación anticipatoria. Se trata de analizar el presente para adelantarse a los cambios que aún no sucedieron, como las preferencias de los consumidores.

En definitiva, la anticipación de futuro busca ayudar a las organizaciones a ser vigentes, a mantener su ciclo vital para que el futuro no las encuentre desprevenidas y les pase por encima. Mirar únicamente lo que se sabe hacer sin prestar atención a la reconfiguración que sucede alrededor, es un grave error que puede afectar mortalmente a la ventaja adaptativa.

Una metodología para anticipar el futuro

La anticipación de futuro, en resumen, tiene la capacidad de traer aprendizajes del futuro, reducir incertidumbres, detectar oportunidades y analizar los posibles riesgos. Vimos que esta disciplina puede aplicarse exitosamente en gobiernos y organizaciones, con distintos objetivos y alcances según cada caso.

Ahora bien, para observar estos ejercicios de futuro se necesita una metodología, una forma particular de abordaje, que no necesariamente es una fórmula que asegura el funcionamiento y los mejores resultados.

En otro artículo, pondremos atención en nuestra metodología para anticipar el futuro, una mirada integral para innovar, reducir riesgos y ser más resilientes.

Pablo Reyes

Consultor, académico y director de Memetica.cl

Anterior
Anterior

La disciplina de anticipación: dos corrientes en una

Siguiente
Siguiente

Escuchar y abordar el futuro en el presente