Escuchar y abordar el futuro en el presente
Tener la vida bajo control para dar estabilidad a la existencia es característico del ser humano. De alguna manera, siempre nos hemos esforzado por intentar controlar el futuro mediante la predicción. Por supuesto, las predicciones pueden no cumplirse, lo que puede llevarnos a la frustración. Así que nos basamos en la anticipación, es decir, en considerar futuros posibles y mirar el presente, lo que estamos haciendo ahora, y analizar sus implicaciones y riesgos.
La anticipación implica aprender a escuchar cómo los diferentes futuros se manifiestan en el presente. Si bien muchos autores hablan de un futuro único, nosotros hacemos una invitación a reconocer que el futuro no existe y que tenemos la capacidad de crear distintos tipos de futuros en función de lo que está sucediendo ahora. Podemos evaluar estos posibles futuros y tomar medidas para reducir riesgos o para aprovechar oportunidades de cambio.
Puede suceder que algunos posibles futuros generen preocupación. Por eso, debemos aprender a escuchar las señales actuales. Ellas pueden darnos un indicio respecto a esas posibilidades de futuro. Podemos intervenir en el presente, habilitando a aquellos futuros que queremos propiciar.
Identificar y escuchar las señales
Escuchar el futuro en el presente es darnos cuenta de que el futuro ya está sucediendo. Están ocurriendo cosas en nuestro entorno que modifican el curso del presente hacia tal o cual futuro posible.
Las señales que hay que identificar aparecen con alguna perturbación en el sistema. Son tendencias que pueden ser portadoras de futuro.
Un ejemplo es el decrecimiento de la población. ¿Cómo influye eso en el futuro? ¿Qué sucederá en un mundo con menos personas o con mayor tasa de envejecimiento?
Otro ejemplo es el número de vasectomías en menores de treinta años, que pegó un salto en los últimos años. No era un dato importante pero de repente aparece como algo a tener en cuenta, una señal que indica algunas configuraciones posibles de futuro alrededor de esto.
Veamos otro caso. En el pasado, el aumento significativo de estudiantes chinos en Norteamérica y el posterior ascenso de China como superpotencia, que está peleando a la par con Estados Unidos, fueron señales importantes que muchos no vimos.
Otra referencia que podemos traer es el calentamiento global, que viene anunciándose hace 140 años. Sin embargo, no fue escuchado o tomado en serio durante demasiado tiempo.
Las señales traen mucha información, pero se requiere cierta sensibilidad para escucharlas.
De la escucha a la acción
Aprender a escuchar las señales no es suficiente. Hay que tomar acción y no ser simples espectadores de lo que está pasando. Necesitamos hacernos cargo y abordarlo. Surge la necesidad, entonces, de un paradigma que reconozca lo que vivimos en el presente.
Debemos crear sistemas, estructuras organizativas, sociales y políticas para aumentar la resiliencia y abordar el futuro que está apareciendo.
Es necesario superar los viejos paradigmas, que eran lineales y se basaban en el control, el destino único, la inmediatez y los resultados. En su lugar, podemos abordar una perspectiva integral que nos permita habitar el futuro en el presente y considerar una mayor cantidad de aspectos y variables.
Lo integral implica salir de una lógica que indica que gestionar los futuros es solo una parte de la planificación. Aquí surge la necesidad de superar la estrategia que busca unos cuantos escenarios adicionales para lograr un futuro único deseado.
Va más allá de la estrategia necesaria, sino que abarca la cultura, la conciencia, las competencias necesarias y los sistemas que propiciarán el futuro. Debemos preguntarnos si estamos realmente preparados para abordar el futuro de una forma distinta.
Para abordar el futuro de manera integral tenemos que pensar si contamos con la motivación necesaria, los pensamientos anticipatorios y los sistemas de gestión que nos permitan capturar ese valor. De esta manera, el futuro será más efectivo en función de lo que estamos buscando.