Las competencias del anticipador de futuro
Al explorar en detalle la anticipación, mi proyecto editorial centrado en esta disciplina no pasa por alto el crucial papel del anticipador de futuro, destacando sus características y la ética de su trabajo. Avanzando en este sentido, el objetivo del presente artículo es abordar las competencias necesarias para ejercer esta forma de abordaje.
Como mencionamos en entradas anteriores, el propósito del anticipador es facilitar la emergencia de futuros posibles para lograr un bienestar sistémico. Dado que este trabajo genera impactos tanto positivos como negativos, enfatizamos la importancia de hacer declaraciones responsables.
Ahora bien, al ejecutar todas las acciones necesarias para el abordaje de los futuros, se necesitan ciertas competencias que se deben desarrollar y fortalecer. Algunas están orientadas al proceso, y otras a las habilidades de la persona. ¿Las analizamos?
Competencias para abordar el futuro
Cuando hablamos de competencias, podemos plantear que hay dimensiones que tienen que ver con:
Saber: estar informado, tener conocimientos sobre lo que se está abordando.
Saber hacer: usar la técnica, llevar ese saber del conocimiento a la acción.
Saber ser: una disposición ontológica de habitar el futuro en el presente.
Sin embargo, debido a que existen varias definiciones de competencias en el mundo de futuros, es importante no limitarse a simples declaraciones de las capacidades que tenemos, sino realizar un levantamiento de las distintas perspectivas y metodologías presentes en la industria.
Con esta aclaración, podemos avanzar en la descripción de habilidades. Desde nuestra perspectiva, entendemos que pueden destacarse un número de competencias centrales en esta disciplina. Veamos una síntesis de cada una de ellas.
Definición de un problema
Esta competencia se refiere a la habilidad de definir el ámbito específico de investigación y comprenderlo dentro de su contexto sistémico. Tiene que ver con delimitar una problemática que no esté aislada para poder observar el fenómeno de estudio de manera clara y abarcarlo correctamente.
Aquí se pone de manifiesto el pensamiento sistémico. Si no lo observamos de esta manera, pueden omitirse aspectos relevantes relacionados con el problema. Esto podría arrojar escenarios muy débiles.
Escucha de futuro
El ejercicio de anticipación implica reconocer que debemos escuchar un futuro que se está configurando en el presente, dado que aún no existe. También hay que entender que ciertas fuerzas del pasado pueden influir en esta configuración. Nos referimos a aspectos históricos que deben identificarse e integrarse.
Esta habilidad tiene que ver con escuchar señales fuertes y débiles, y eventos disruptivos, que muchas veces son ignorados y estallan repentinamente. Entonces, se hace necesaria una sensibilidad relacionada a la conexión con el presente, que busca salirse de la inercia del pasado y ampliar la mirada sobre lo que podría suceder.
Articulación de escenarios
La tercera competencia se sostiene sobre la habilidad de escuchar el futuro. En este punto tenemos que ver cuáles son las configuraciones posibles que aparecen en función de las señales que estamos escuchando. La capacidad de articular escenarios se relaciona además con generar narrativas o imágenes que sean creíbles y sostenibles en el presente, teniendo en cuenta aspectos cualitativos y cuantitativos.
Trabajamos articulando escenarios con arquetipos de continuidad, cambio y colapso, por ejemplo. También creamos cruces entre las variables que generan más incertidumbre y observamos qué es lo que aparece.
Diseño estratégico
Definidos los escenarios y las narrativas e imágenes de futuros posibles en relación con el problema, entra en escena la capacidad estratégica de traer esa información al presente. Aquí hay que tener la habilidad de analizar las posibilidades de innovación, nuevas configuraciones, riesgo y cambio actual que aparecen.
Buscamos una estrategia que sea resiliente frente a esos futuros posibles. Por medio del backcasting, podemos retroceder en función de esos escenarios para analizar los eventos previos hasta llegar al presente. Esto nos permite examinar el escenario en tramos más cortos. Luego, evaluamos cómo integrar esa información dentro de nuestros actuales ejes estratégicos para definir el mejor enfoque de diseño.
Adaptación
Esta capacidad, transversal a todo el proceso, tiene que ver con aprender a lidiar con aquello que está sucediendo. A medida que nos movemos, nos encontramos con una retroalimentación contextual, y la cuestión es cómo adaptamos la estrategia creada para que no quede como un documento fijo.
La estrategia está viva. Cuando estamos mirando el futuro desde nuestra perspectiva, comenzará a cambiar nuestro punto de vista y valoración. Mientras estudiamos las variables posibles, tenemos que tener la capacidad de incorporar e internalizar información nueva, y nunca debemos responsabilizar al sistema de aquellos cambios que no podamos controlar. La adaptabilidad es un proceso de aprendizaje.
La capacidad integradora del anticipador
Las capacidades que hemos analizado en este artículo pueden plantearse en un arquetipo del anticipador de futuro, una persona que se especializa en esta disciplina y que se para en el mundo de una manera particular.
Hablamos de un profesional que integra capacidades, herramientas, atractores culturales y pensamiento estratégico para articular nuevos futuros posibles y ocuparlos en el presente.
En otra entrega de este recorrido por la disciplina de anticipación, analizamos la figura del anticipador de futuro desde una forma arquetipal. ¡Espero encontrarte por allí!