La ética del anticipador de futuro
Como parte de la publicación de avances de mi proyecto editorial sobre anticipación de futuro, en otro artículo exploro las características esenciales que debe reunir el anticipador de futuro para abordar esta disciplina.
En esta entrega, nos adentraremos en un aspecto igualmente fundamental. Analizaremos cómo la responsabilidad ética se entrelaza con esta tarea, destacando la importancia de este factor clave en la mirada evolutiva sobre la comprensión y abordaje de los futuros posibles.
La responsabilidad de declarar futuros posibles
Comencemos diciendo que el simple hecho de formular una pregunta sobre el futuro es un ejercicio ético porque estamos trayendo ese interrogante al presente y dándole existencia.
Esa vida que le proporcionamos tendrá seguramente un impacto, llamará la atención de ciertos puntos de vista y, según sea el caso, podrá generar preocupación y visión de riesgos. Otros quizás perciban un escenario de oportunidades.
De alguna manera, anticipar es un arte. Ponemos en juego una creatividad y una imaginación que viene con información y señales.
Cuando declaramos un futuro, debemos ser responsables de esa acción porque la hacemos existir en el acto poético de la declaración. Por ejemplo, si decimos que hay un único futuro, estaremos poniendo una posición ética muy dura y absoluta, y eso puede provocar reacciones similares. Por eso, es aconsejable adquirir una perspectiva de futuros posibles, en plural.
Decimos que el anticipador es un artista porque crea imágenes que no existen. Pero al mismo tiempo debe ser consciente del impacto que eso puede producir en el presente, ya sea positivo o negativo.
Entonces, lo que queremos expresar es que indefectiblemente se genera una relación de autoridad y de poder en el sistema social. Los anticipadores somos conscientes de que nuestras declaraciones tienen implicancias en la sociedad.
Una ética donde ganan todos
En la disciplina de anticipación invitamos a una ética de triple win, donde gano yo, ganas tú y ganamos todos nosotros. Se trata de un nosotros ampliado, que va más allá de los seres humanos y que tiene que ver precisamente con todo nuestro entorno. El objetivo es hacer ejercicios de futuro para que la vida esté en el centro, donde no se pierda de vista el sistema en el que estamos participando.
La ética consciente del bienestar colectivo y sistémico invita a pensar un nosotros que no es la suma de todas las individualidades sino el total de individuos en interacción que viven en un mundo que está cambiando. Es un nosotros que busca permanecer vivo.
Como todo lo que hacemos en esta disciplina, nada es único ni superior a otra cosa. La ética que planteamos aquí se sostiene en la interacción y va a ir evolucionando en función de favorecer el bien común y la vida. Es una ética que reflexiona sobre el bienestar sistémico, para saber si lo que estamos haciendo es bueno para asegurar el triple win que mencionábamos.
En busca del bienestar sistémico
Este rol, por tanto, tiene un propósito evolutivo que busca anticipar el futuro para el bienestar sistémico, facilitando la emergencia de futuros regenerativos, integrativos, resilientes y compasivos.
Con este propósito en mente, el anticipador ejecutará todas las acciones necesarias para tener pensamiento a largo plazo y tomar decisiones estratégicas, siempre teniendo en cuenta el bien común. Para lograrlo, entran en escena ciertas competencias que debe desarrollar y fortalecer.
Para profundizar en las competencias del anticipador de futuro, algunas de las cuales están orientadas a los procesos y otras a las personas, dedicamos otro artículo exclusivamente a ello. Continúa leyendo estas entregas para seguir comprendiendo todos los aspectos de la anticipación como disciplina y forma de abordaje.