Cómo aparece el futuro
En el marco del desarrollo del proyecto editorial sobre la “anticipación de futuro”, aparece una pregunta fundamental que tenemos que responder para comenzar a entender el futuro y, evidentemente, cómo podemos anticiparlo. En este artículo, nos limitaremos a esa primera gran reflexión, aunque de forma muy breve: ¿cómo es que aparece el futuro?
El futuro siempre ha estado en el centro de la preocupación del ser humano. De alguna manera, enfrentar ese devenir siempre desconocido nos ha impulsado a desarrollar la capacidad de anticipar ese futuro, como una habilidad adaptativa.
Así, aprendimos a coordinar nuestras acciones en respuesta a los desafíos que se presentan. Mientras resolvemos esa adaptación, vamos cambiando el mundo, lo que hace que un futuro nuevo se vaya desplegando.
Precisamente, la relación entre anticipación, coordinación, adaptación y evolución es lo que contribuye a la creación de futuros posibles en el presente. Esa es la manera en que aparece el futuro. Profundicemos un poco más sobre estos puntos.
Coordinando el futuro
La anticipación es una forma de sobrevivencia, y anticiparse al futuro implica coordinar acciones. Nuestra sociedad se ha desarrollado a través de la coordinación, y es algo que hemos perfeccionado en función de metas y necesidades.
Almacenar alimentos para temporadas escasas debido a condiciones ambientales adversas es una forma de anticipación y coordinación. Anticipamos y respondemos a fenómenos climáticos, mantenemos la vigilancia ante posibles amenazas, somos buenos cristianos para anticipar nuestra llegada al paraíso, preparamos una cena con amigos y nos ocupamos de hacer las compras necesarias con anticipación.
Sucede lo mismo con las organizaciones y empresas. Todas planifican y orientan acciones a cinco o diez años para definir su futuro.
En todos estos casos, ya sean cotidianos o corporativos, creamos un futuro posible en el presente.
De alguna manera, el futuro cobra vida como consecuencia de lo que estamos haciendo en este preciso momento.
Y aunque ese futuro no existe, está presente en nuestra mente, todo el tiempo. Podemos decir, entonces, que estamos habitando el futuro en el presente, de forma permanente.
Entonces, coordinamos en el presente para crear el futuro. Y esa capacidad de coordinación o colaboración como especie, nos ha permitido intervenir, cambiar el mundo cada vez con mayor velocidad.
Colaborar para cambiar el mundo
Insistimos: nuestra comprensión del futuro se ha vuelto más sofisticada gracias a nuestra capacidad de coordinar acciones de manera continua, incluso coordinando la misma coordinación. Esta capacidad nos otorga un horizonte amplio y potencia nuestra capacidad para lograr resultados, lo que nos distingue de otras especies, cuyas coordinaciones se centran más en lo inmediato.
Nuestra sofisticada capacidad de coordinación y colaboración entre individuos ha conducido a la generación de resultados cada vez más complejos.
Por ejemplo, muchos avances y productos tecnológicos se lograron como consecuencia de la colaboración de muchas personas que ni siquiera se conocen entre ellas.
Evidentemente, la capacidad de coordinación y cambios paradigmáticos aceleran nuestra habilidad para cambiar el mundo y generar nuevos resultados. Otro ejemplo es la colaboración colectiva en respuesta a la pandemia, que llevó a la creación de una vacuna en menos de un año, demostrando nuestra capacidad de coordinar a personas de diversas culturas, tradiciones y formas de comprender el mundo, en busca de resultados sorprendentemente rápidos.
Entendiendo entonces cómo coordinamos en el presente para, precisamente, traer el futuro al presente, podemos volver a preguntarnos: ¿cómo aparece el futuro?
El futuro como una nueva posibilidad
El futuro se desarrolla como una preocupación radicada en la evolución, impulsada por una fuerza vital y un mandato genético de supervivencia. Los genes se convierten en vehículos de la vida, desarrollando la fuerza que impulsa los procesos de transformación y evolución.
Podemos ver cómo el futuro va apareciendo.
Esta fuerza vital, evolutiva e incesante, opera independientemente de nuestras acciones. A pesar de creer que nosotros construimos el futuro, vamos orientando, modificando y generando cambios para que eso suceda.
Cada decisión en el presente, como mudarnos de ciudad, elegir una carrera o decidir sobre nuestras relaciones, abre nuevas posibilidades de futuro que de otro modo no habrían surgido. Entonces, el futuro es distinto al presente porque lo estamos cambiando permanentemente, lo que requiere desarrollar nuevas capacidades de adaptación para habitar el mundo que vamos modificando.
Un futuro en evolución
Evolucionar es una forma de producir futuros posibles.
El algoritmo evolutivo de adaptación y cambio constante hace que el futuro se desarrolle siguiendo, también, un patrón evolutivo.
Este patrón está relacionado con la necesidad de adaptación para sobrevivir, lo que implica modificar lo que hacemos y somos, y modificar además nuestra comprensión del mundo que, como adelantamos, está en constante cambio. Todo esto conduce a la aparición de futuros con un patrón evolutivo definido.
El futuro en desarrollo está vinculado a nuestra capacidad de adaptación sobre lo que nos toca vivir. A medida que vamos generando resultados más efectivos en el presente, también vamos creando un mundo más complejo que requiere una mayor capacidad de adaptación.
Evolucionar es cambiar permanentemente. Y de ahí que podemos decir que el proceso de creación o aparición de futuro está íntimamente relacionado con el proceso evolutivo.